“Porque el ideal de mujer blanca, seductora pero no puta,
bien casada pero no a la sombra,
que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre,
delgada pero no obsesionada con la alimentación,
que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buen ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre,
esta mujer blanca feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos, aparte del hecho de que parece romperse la crisma por poca cosa, nunca me la he encontrado en ninguna parte.
Es posible incluso que no exista”.
Teoría King Kong – Virginie Despentes
Las contradicciones enumeradas en esta frase ejemplifican de forma atinada cómo estamos constantemente sujetxs a exigencias sociales (que cada vez me hacen menos sentido). Creamos y perpetuamos modelos de vida ideales que por un lado te piden seguir un camino lleno de estructuras rígidas en las cuales la mujer tiene un rol definido y el hombre tiene otro pero sobretodo, en donde las expectativas se vuelven más ambiciosas para las dos partes. ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta que estos modelos ideales que nos venden cómo el único camino no es tan funcional como lo pensábamos?
Esta pregunta me ha llevado a tratar de entender la Entropía.
La primera vez que escuché este término fue en un texto de Isaac Asimov que se llama The Last Question. Este cuento empieza en el 2061 cuando dos científicos están celebrando que por fin se ha logrado que toda la energía que necesita la tierra sea de origen solar. En este festejo, uno de los integrantes brinda diciendo que por fin lograron asegurarse de que nunca se acabará la energía necesaria para la tierra y que ahora sí, su permanencia está asegurada por siempre. A este comentario, el otro científico contesta: “hasta que el sol se apague, lo cual no es para siempre”. Así, éste explica cómo la ley de la Entropía establece que inevitablemente, la energía solar se irá apagando y que no existe nada que podamos hacer para evitarlo. En un debate que inicia con esa discusión y se mantiene a lo largo de millones de años, tratan de responder a la siguiente pregunta: ¿cómo se puede disminuir el monto neto de Entropía en el mundo? En otras palabras, se preguntan cómo podrían asegurar que siempre existirá la energía que provee la luz del sol necesaria para que se exista en el la tierra y el universo.
Esta búsqueda de permanecer por siempre y de trascender, me llevó a tratar de entender la Entropía a un nivel científico pero también, social y cultural.
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¿Qué es la Entropía?
La Entropía es la teoría que explica que la tendencia natural de los elementos y de los cuerpos va hacia el desorden. Gráficamente, se ha explicado de la siguiente forma. En una línea de tiempo, la Entropía aumenta, de forma que, todo tienda al caos.
Otra manera de exponerlo es que, la probabilidad del desorden es infinitamente más grande que la probabilidad del orden.
Si buscamos el origen del término, la Entropía nace con la segunda ley de la termodinámica – la ley física que estudia la transformación de la energía a través del tiempo y del trabajo – que explica que si dos objetos están en equilibrio térmico con un tercero, están en equilibrio entre sí y que la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma a lo largo del tiempo. Así, esta transformación se da a través del tiempo y del trabajo y sucede en una dirección únicamente.
Dentro de esta de uni-direccionalidad de la transformación de la energía, la Entropía se puede definir como el irremediable proceso hacia el deterioro, hacia el esparcimiento y hacia el desorden. Y volviendo a la pregunta de Asimov, en nuestro Universo, la Entropía crece constantemente con el tiempo y ésta se puede visualizar como el desgaste de la energía solar. Cuando la Entropía llega a su máximo en el Universo, se llega a la muerte térmica de éste, que es básicamente su desaparición.
Podemos definir entonces que la Entropía es la falta de un orden o de una posible previsibilidad. Representa un declive gradual hacia el desorden y los sinónimos que se proponen son: deterioro, degeneración, degradación, descomposición o colapso. El ejemplo más fácil de visualizar es el cuerpo humano que se descompone con el tiempo, la piel que envejece y que se arruga, los órganos que dejan de funcionar y en la última imagen, el cuerpo muerto que se desintegra, y en éste, deja de haber diferenciación entre las partes.
La primera complicación de esta definición y esta visualización es la connotación negativa de las palabras que lo explican: desorden, deterioro, envejecimiento, degradación y descomposición. Inmediatamente parece una visión negativa del desarrollo de los cuerpos. Pero, esta visión viene de una aversión hacia la desaparición y de un apego hacia el ser, hacia el permanecer.
Y ante estas teorías que se interpretan como fatalistas y oscuras, se inicia el debate sobre el libre albedrío, el pensamiento que asegura que no todo está escrito y que tenemos la posibilidad de cambiar cualquier destino. En esa búsqueda de ejercer este derecho frente al caos, buscamos crear equilibrios intermedios dentro del desorden que nos ayuden a sentir que estamos en control de nuestras vidas. Así, para alentar el proceso entrópico, aplicamos una energía adicional para crear una estabilidad dentro de este caos natural. Creamos estructuras que nos permiten relacionarnos, hacer planes, sentir cierto control sobre el descontrol. Y una manera de verlo gráficamente es la creación de estructuras y casillas que contengan el esparcimiento. Éstas nos funcionan, nos ayudan a levantarnos en la mañana con un propósito, con un camino que seguir, con metas compartidas y con una guía de qué sigue.
Pero, dentro de estos esquemas, tendemos a olvidar que la entropía no se va a detener, que por más energía que pongamos en el intento, el deterioro solamente va a incrementar. Y cuando olvidamos ésto, es cuando creemos que podemos detener la Entropía. Creemos que podemos ser diferentes y especiales y que podemos no envejecer, nos convencemos que la muerte es del otro. Y entramos en las expectativas contradictorias y esta guía que creamos empieza a ser absurda, nos enfocamos en la idea de permanecer, de dejar huella, de ser recordado y de ser alguien.
En ese camino que seguimos las estructuras dejan de ser guías y se vuelven exigencias y olvidamos la multiplicidad de caminos y de maneras de ver (vivir) la vida. Y estas cajitas, en vez de transformarse naturalmente con el tiempo, se mantienen estáticas, conteniendo lo incontenible. Y el problema empieza cuando imponemos reglas estáticas siendo seres fluidos. Hay una sola definición de familia. Hay una sola imagen del amor. Hay un modelo de vida único con requisitos puntuales que debemos de seguir. Nacemos, aprendemos, nos educan, trabajamos, nos volvemos famosxs, compramos una casa, nos casamos, tenemos dos hijxs, pronto pensamos en nietxs y en asegurarnos un retiro y con este camino único, lograremos nuestra permanencia en la tierra.
El segundo problema de lo estático es que nadie nos dice que en cada paso es muy probable que los planes no salgan como lo pensamos. Es altamente factible que por más que nos bañemos, arreglemos nuestro cuarto, pintemos las paredes, nos organicemos en equipos, formemos sociedades para mejorar el mundo y le echemos todas ganas del mundo para mantener un orden, el cuarto se va a ensuciar, tu pelo se pondrá grasoso, tu piel se va a arrugar, tendremos cáncer algunxs, otrxs no, pero todxs nos vamos a morir y todxs vamos a desaparecer.
Esta visión no pretende establecer que hay que vivir desmoralizado esperando el fin del mundo, pero sí quiere decir que hay que abrir la cajita y pensar en caminos alternos. Las relaciones humanas necesitan trabajo y atención, necesitan negociarse, necesitan construirse y es verdad que sin esfuerzo no funcionan. Pero también hay que aceptar que la gente cambia, el entorno muta, el contexto se mueve constantemente y entre más tratemos de obviar estos cambios, más difícil será continuar. Las estadísticas solamente lo refuerzan: la tasa de divorcios, la cantidad de parejas que no pueden tener hijxs, la gente que se muere joven, lxs que se van… El mundo cambia cada segundo y hay que entender que es muy probable que las cosas no salgan como lo esperabas.
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¿Cuál el la propuesta?
Dejemos de pensar en esta líneas como exigencias universales y reconozcamos que nuestra visión no es única ni absoluta. Si partimos de lo subjetivo que puede ser lo ven nuestros ojos como humanos, podríamos entender que las herramientas que tenemos son limitadas. El ojo nos permite ver ciertas partes de lo que es, pero lo que vemos no es necesariamente todo lo que es. Hay tanto que no vemos por el simple hecho que nuestro ojo está limitado física y mentalmente.
Nuestro entorno nos lo enseña constantemente. Un ejemplo que me gusta exponer como prueba de esta limitación son las auroras boreales. Este fenómeno que muchos hemos buscado perseguir, esta luz verde que sale en las fotos de forma tan hipnotizando, no logramos verla del todo. Nuestro ojo no tiene la capacidad ver este fenómeno cosmológico más que en noches muy especiales, muy despejadas y oscuras, aunque éstas siempre estén ahí.
Las auroras son el resultado del viento solar que barre el espacio a un millón y medio de kilómetros por hora. Las partículas fluyen en la magnetosfera de la misma forma que lo hace un río alrededor de una piedra. Al quedar atrapadas, colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno y provocan la emisión de una luz, esta luz colorida que vemos en las fotos. Por la carga magnética de los polos, podemos verlas en los países nórdicos en una temporada del año en que la oscuridad nos permite verlas a veces. Pero, siempre están. Nuestro ojo está limita y aún pretendemos verlo todo.
Y pienso que esa representación de la entropía a través de la visión limitada se puede entender también con la distorsión de la imagen en un horizonte, o con la falta de diferenciaciones en un paisaje cuando hay niebla o elementos que limitan nuestra visión y perdemos los límites entre la montaña y el cielo. Dejamos de ver la diferencia entre la tierra y el aire, la nube o el agua. A lo lejos, en el tiempo, no hay más diferenciación.
De cierta forma, debemos cuestionar la verdad cómo un concepto no existe como a nivel absoluto. Podemos hablar de verdades o de perspectivas. Lo que vemos viene desde un contexto y un momento del tiempo, no hay verdad universal, ni hay una definición de la vida, del éxito o del deber ser.
Y el aceptar esta visión limitada no significa que estemos frenando nuestro actuar pero propone que a diferencia de lo que nos han enseñado, somos muy pequeñxs en este universo. Y nuestra existencia es frágil.
Finalmente en este visión de que al morir todos los cuerpos serán iguales también pensemos en lo poco probable y mágico del ser, del existir en este caos. Y con esta humildad, y recordando lo pequeñxs que somos, hagamos lo mejor posible. Hagamos lo que podamos. Seamos sabiendo que somos ordinarixs y que esta palabra no es necesariamente peyorativa. No tratemos de ser joven por siempre, no busquemos ser algo o alguien único. Simplemente seamos.
“La condición humana, por limítrofe que parezca es la utopía existencial. Todos deseamos ser alguien, sin saber que el hecho de tan solo ser, es de por sí maravilloso.”
O,
somo polvo de estrellas.
Very nice. And I agree with different perspectives, visions, angles.
From Asimov to Chaos and Aurores Boréales…
McCartney and Lennon once wrote “Let it be”.
Allow to elaborate: “We must let ourselves be.”
(When’s the English version due?)
(It would be worth it)
😉
Will work on it 🙂
Good. Look forward to it. 🙂