En un domingo de marzo en la ciudad de México y voy caminando con mi perro a medio día. Es una mañana calurosa, las jacarandas empezaron a salir y yo llevo un vestido acorde al clima. Estoy concentrada en domar a la pequeña bestia que me acompaña.
En un alto, me detengo y veo en una pared, tres letras pintadas en grande que dicen “S O Y”.
Me pongo a pensar en lo complejo que es completar esa frase y en cuan inmediato, al momento de nombrar un concepto con una palabra, éste deja de ser todo lo demás que no se dijo.
Pienso en cómo la palabra “persona” es la más adecuada del lenguaje para describirnos sin reducirnos necesariamente.
No soy mujer, no soy blanca, no soy joven, no soy vieja, no soy pobre ni soy rica, no soy francesa ni mexicana, no soy casada ni soltera, no soy señora ni señorita, no soy del Liceo ni soy del ITAM, no soy financiera ni escritora, no soy ninguna etiqueta y soy todas éstas a la vez.
¿Qué eres? La gente pregunta siempre buscando que se les cuente qué hacemos para generar dinero.
“Yo soy persona y hago muchas cosas.”
Volteo a ver a mi cachorra. Ella no tiene ninguna preocupación en la vida sobre su identidad. A veces creo que piensa que es un gato. O tal vez piense que yo soy un perro. Da igual.
A lo lejos veo un grupo de hombres en sus cuarentas. Son 7 u 8.
Prendo la alerta de cautela. Es inevitable. La banqueta es amplia y como es temprano, decido que no necesito cambiar de rumbo. Me enoja el pensamiento de tener que modificar mi camino por miedo. Tal vez estoy predispuesta.
Decido que voy a pasar sin dudarlo tanto. Avanzo. Están conversando. Paso. Siguen conversando. Pienso que tal vez los juzgué muy pronto.
Uno dice: “miren, es como una pequeña hiena”,
Otro responde: “¿cuál de las dos?”.
Explotan en una carcajada.
Me detengo.
Respiro profundo.
Pienso en voltearme y decirles que por bromas como éstas y por una falta absoluta de respeto hacia lxs demás, que por comentarios machistas y clasistas, que por los albures y los piropos, por la agresión constante hacia el otro, México está como está.
Pienso en decirles que la alerta de género en la cual se encuentra gran parte del país puede afectar a sus hijas, a sus madres, a sus esposas y a sus hermanas. Quiero explicarles cómo éstas actitudes también afectan a sus hermanos, a sus padres, a sus amigos y a sus hijos. Pienso en enseñarles la violencia intrínseca de su broma.
Pienso que tal vez no lo saben ni lo entienden.
Quiero explicarles que desde que les vi, sabía que me iban a hacer pasar un mal rato y que tristemente me lo comprobaron. Siento el enojo y la vergüenza subir a mis cachetes al escuchar sus risas morbosas. Siento que no podré decir nada, porque en realidad me da miedo que se acerquen más a mi. Me da miedo que me comprueben nuevamente que entre esta broma y una agresión física no hay un paso tan grande. Me doy cuenta que no saben lo que representa esta escena que se repite continuamente en esta ciudad y este país.
Sigo detenida.
¿Cómo podrían saberlo?
Si está absolutamente normalizado en la sociedad mexicana la violencia verbal y la agresión supuestamente inocente.
¿Cómo pueden saber el daño que nos hacen y se hacen a ellos mismos si nunca se les ha cuestionado esta actitud? ¿si desde pequeños les han dicho que así deben de ser los hombres? ¿si han observado siempre esta manera opresiva hacia las mujeres?
En esta escena existen únicamente dos etiquetas que eliminan todo lo demás que nos define y representa. En este momento somos: los hombres y la mujer, representando dos estructuras de poder disparejas.
Pienso en la educación en México y analizo cómo las escuelas deberían de incluir desde la más temprana edad estos temas de violencias invisibles, de discriminaciones y de micromachismos. Que se hablen desde los cuentos que se leen, desde los juegos que se proponen.
Es domingo y no hay mucha gente en la calle. Son las 12 del día pero tengo miedo. Me enoja tener miedo en un domingo a plena luz del día. Me enoja esta ciudad violenta y su agresión constante. Me entristece pensar en el sistema educativo hipócrita y en la estructura de poder establecida e inamovible que perpetúa esta violencia.
Siento impotencia.
No voy a poder decir nada.
Respiro.
Arranco de nuevo. Nunca me volteé.
Me cambio de banqueta.
Y sigo mi camino.
Soy persona.
Y tengo miedo.
Yep. Just be.
Hay demasiada gente tóxica. No vale la pena. 🙂
Reblogged this on Equinoxio and commented:
A simple story about a Sunday stroll. Do read it even with the translator if Spanish is not your forte. A story to think about.
That’s a sad story. Too bad it never seems to change.
Is your name day today? 😊
I guess it can change if we keep talking about it 🙂
What you mean by my “name day today”??
You’re right, women must stick together and not stop talking about it, until something changes.
For name day:
I started reading your great story (with help oft he translator) on Equinoxio 21’s page and it fascinated me so much that I did not notice the redirect to your page.
I thought because yesterday was the 21st of March and equinox, it could be his name day. But my question came down on your page. Sorry for the confusion. 🙂
Wish you a nice day
Ulrike
While I couldn’t find the translator, I did understand most of it and certainly the over-riding idea after reading it twice. The opening made me smile…I loved the jacarandas and this is the time of year they bloom. Soy. A powerful word. Odd, when I think of Mexicans, I think of laughter. Mexicans laugh so often. And yet, I know the violence is there too, in varied and different forms. This is a powerful piece, Brian. Thank you.