No one has the right to obey
Hanna Arendt
¡Dios no trabaja los domingos! narra diferentes historias de mujeres en Ruanda, 20 años después del genocidio que en poco más de tres meses dejó mares de víctimas y de tristezas.
A través de este reportaje, la directora alemana Leona Goldstein escenifica la tragedia que moviliza, que crea espacios de diálogo y de organización. La voz es un elemento que aparece una y otra vez en el documental: hablar para sanar, reflexionar y para actuar.
“Here we are to break the silence otherwise, it will break you from the inside”
El énfasis en esta voz, la repetición de estas reflexiones, la apertura constante de estos espacios se presentan como la creación de una agencia colectiva entre las mujeres de Ruanda.
“Rape was the rule and its absence the exception”
El número estimado de mujeres y niñas que fueron violadas durante el genocidio de Ruanda varía entre 250,000 y 500,000. Si tomamos el límite bajo, son más de 250,000 violaciones en el curso de 100 días. Más de 2,500 por día.
En 1998, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, establecido por las Naciones Unidas, se convirtió en el primer tribunal internacional que deliberó culpable de crimen de guerra a un acusado de cometer violación; considerando la violación como un arma de guerra para perpetuar el genocidio.
La violación se definió así como un arma de guerra.
En México (y en muchos otros países) denunciar una violación sigue siendo una experiencia tormentosa en donde aquel que denuncia está sujetx a cuestionamientos agresivos, a preguntas sin fundamentos, a juicios, a trámites exhaustivos que tantas veces desmotivan la denuncia. Un acto, que se ha reconocido internacionalmente como un arma de guerra, se investiga con un enfoque situacional – dónde fue, qué traía puesto, qué había tomado, con quién iba, porqué sola – se analiza como un daño colateral a una sociedad machista.
El documental de Goldstein trata diversas aristas de la reproducción de la violencia. Estudia una reproducción que permea, que justifica y que esconde.
250,000 violaciones en 100 días.
Esta violencia atraviesa todos los niveles. Se nutre de la discriminación por raza, por clase, por género… Y a través de la repetición, los actos violentos se vuelven menos violentos. Se vuelven norma, y su ausencia, sorpresa. La reproducción es entonces el motor de la violencia. La repetición es la condena del cuestionamiento. La falta de cuestionamiento invisibiliza el acto. La violencia se vuelve cotidiana.
20 años de duelo, de recordar, de hablar, reflexionar y de organizarse en pequeños grupos para romper el silencio, romper los tabúes y romper la violencia. ¡Dios no trabaja los domingos! presenta un proceso lento y compartido que empieza con el diálogo, con el señalamiento de las violencias invisibles y con el cuestionamiento de actos violentos cotidianos normalizados.
El título del documental – ¡Dios no trabaja los domingos! – propone un cambio que viene desde adentro. No hay un elemento externo, ni divino que vendrá con la salvación.
Las tragedias movilizan. Dios no trabaja los domingos. ¿Cuántas tragedias más necesitamos en México para organizarnos y exigir un país sin violencia?
Memory, memory needs to be preserved and broadcast. So that maybe, maybe, some things will change…
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A thoughtful post…